Cada día se construyen mas edificios de vivienda en Lima. Pero ¿hemos aprendido a vivir en ellos?
Escribo estas líneas mientras los técnicos de Cálidda instalan las tuberías para el gas. Llegar hasta este punto tomó varios meses, en parte por problemas de coordinación dentro del edificio.
Es que habitar un departamento significa tener un sitio propio, pero a la vez compartir los gastos y espacios comunes con nuestros vecinos, convirtiendo la toma de decisiones en una ardua tarea.
Dicen que cada persona es un mundo, imaginemos entonces decenas de mundos conviviendo bajo un mismo edificio. Esta mezcla de costumbres y hábitos genera discordia, obligándonos a convivir con vecinos morosos y bulliciosos, incluso algunos que malogran las áreas comunes o se apropian de ellas.
Vivir en un departamento implica respetar las costumbres ajenas, mientras éstas no perjudiquen al resto, ser firmes cuando es necesario y comprender que cambiar viejos hábitos puede tomar tiempo, pero no demasiado.
Una apacible convivencia es el ideal de quienes viven en departamentos, el cual puede lograrse a través del diálogo y la paciencia. Debemos aprender negociar, a ceder y en algunos casos llegar a un punto medio que logre la satisfacción de la mayoría. Empecemos por algunos acuerdos básicos:
1. Control de ruido: no podemos impedir que se hagan fiestas, pero se puede acordar una reducción del volumen y fijar una hora límite.
2. Mascotas: lograr el compromiso de los dueños de no ensuciar las áreas comunes o proceder a su limpieza.
3. Pagos comunes: hacer entender que el mantenimiento, la seguridad, jardinería, etc. tienen un costo que debe ser asumido por todos, como parte de las responsabilidades de vivir en edificios.
Es complicado, casi imposible cuando existe un número grande de vecinos, siendo lo más recomendable establecer la junta de propietarios para llegar a acuerdos, los cuales quedarán escritos en el reglamento interno.
Hacer cumplir los acuerdos de la junta y el reglamento interno puede tornarse una tarea difícil para los residentes, por lo que es aconsejable contratar a una empresa que se encargue de la administración del edificio, la logística y de lidiar con posibles vecinos faltosos. Contratarla previene olvidos en los pagos de servicios y tesoreros fraudulentos, mejora el manejo de las cuentas y los cobros a cada vecino, contribuyendo a la armonía de todos.
No olvidemos tanto la junta como el reglamento deben inscribirse en SUNARP, para obtener seguridad jurídica en caso se deba recurrir a la vía legal contra algún vecino moroso.
Requiere mucho trabajo alcanzar el ideal de convivencia, pero es un esfuerzo que vale la pena. Por lo pronto en mi edificio ya se siente el espíritu de colaboración, dejamos atrás las rencillas por el gas y nos volvemos a saludar con amabilidad.