El agobiante calor y las inusuales lluvias de verano de los últimos días podrían presagiar la llegada del Fenómeno del Niño. Casi medio siglo atrás, Héctor Velarde escribía preocupado sobre el tema. Su preocupación sigue siendo válida y para ser tomada en cuenta, en especial con el clima actual:
LA CORRIENTE DEL NÑO
Héctor Velarde
La Corriente del Niño me tiene muy asustado. Si el holandés H.P. Berlage acierta en sus predicciones científicas la Corriente del Niño se desvía y caerán lluviones sobre Lima.
La alarma de que pueda llover la ha dado este humilde servidor en todos los tonos desde que nació a su tierra yunga. Nadie es profeta en su desierto y yo nunca me la di de brujo. Pero por más santos que tengamos a Dios le puede dar por el naipe de que llueva en cualquier momento y entonces sería la de agarrarse.
Una vez llovió un poquito más de lo necesario. Se pasaron todos los techos, se mojó hasta el sótano, se atoraron los desagües, se apagó la luz, el agua de los caños se volvió barro puro, se asentaron las paredes, murieron unos cuantos de resfrío, los mosquitos hicieron su agosto y la ciudad parecía derretirse poco a poco como un pan chato de azúcar de chancaca.
La quincha y la torta son contra remezón y fuego pero no contra agua fresca. Apagar un incendio a manguerazos en una casa de Lima es mucho peor que el incendio. Con unos cuantos baldes de agua generalmente todo termina en candelita de muladar. Los daños son casi mínimos.
Entonces, ¿qué hacer?
Limpiar los techos de Lima como primera precaución. Quitarles de encima todo lo que tienen: gallinas, arbolitos, colchones reventados, bacinicas de fierro aporcelano en desuso, cuartitos de totora o de pandereta, cuyes, palos, muchos palos, y, con frecuencia, toneladas de avisos luminosos.
Luego poner, por lo menos, más torta de guano y ladrillos pasteleros en las azoteas para que chupen al máximo el agua del cielo si es que uno no desea empaparse en la cama o proteger sus cositas de valor como muebles capitoné, alfombritas, la cómoda de mamá, la estereofónica, etc, etc. Esto en las casas comunes de Lima. En las flamantes construcciones de cemento armado se debe tratar de que el "roof" no se convierta en piscina criolla o en cascaditas del Iguazú.
Si ya las casas están cayendo trágica y tristemente solas, -una Lima que se cae. . .- ¿Cómo sería si, además, les cayera por añdidura un chaparrón como en la selva?
Algún distinguido diría: ¡solución providencial! ¿Pero las víctimas?
Es preferible adelantarse y demoler lo peligroso a pesar del inquilino con abogado y del propietario sin padrino. Pero cuidado, no vayamos, por principio o doctrina, a lanzarnos por tirar abajo, con higiénico y humanitario entusiasmo, casas venerables y bellas a título de que ya no pueden más. . . Ese es un peligro. Otro peligro es que para reemplazar esas casas venerables y bellas se hagan en su lugar edificios de estilo colonial. Porque como de lo que se trata es de conservar la tradición. . .
Propongamos lo siguiente para ayudar a Santa Rosa, a Santo Toribio de Mogrovejo, a San Francisco Solano y, posiblemente, muy pronto a Fray Martín de Porres. No hay duda de que el Perú es un país de santos. . .
1.- Obligar, aunque muchos no harán el menor caso, a que mejoren las azoteas de Lima preparándolas para posibles lluvias.
2.- Demoler las casas que ya están por caerse o avisarles a los inquilinos que duerman alertas.
3.- Hacer una lista de las casas y edificios arquitectónicos de la Lima de antaño que deben ser consolidados, restaurados, conservados, cuidados. . . Aquí un impuesto fuerte a las conservas extranjeras para culturizar al pueblo. Esas construcciones deben y pueden salvarse como se han salvado ya muchas y como se hace patrióticamente en otras partes. Versalles es de quincha francesa; sin caña de Guayaquil. Las vetustas casas de Ruán, de Hereford o de Hildesheim son también de quincha y tienen más de quinientos años; pero las cuidan. . . En esas casas corrientes del medioevo no han habido hechos históricos. ¡Pero que más historia que la historia del arte! El que pasa frente a una linda casa colonial o republicana nuestra, aunque sea muy humilde, le importa muy poco lo que habrá sucedido adentro. Lo que le interesa es la casa. Claro; se cuenta con gente que sienta y piense. Los americanos darían millones por tener la Quinta Heeren. . . Felizmente está lejos.
4.- No hacer arquitectura de blondas, fustanes, perillones, volutas y maripolas al lado de arquitecturas tradicionales auténticas pero tampoco clavarles a un costado novedades de tipo supermarket o grifo. El ser franco para un artista no implica que pierda la sensibilidad de lo que lo rodea. Se debe ser sincero con la época, con el tiempo, pero, sobre todo, con el espacio.
Ojalá la Corriente del Niño lo respete. . .
Del libro "Lima City". Lima, Editorial Universitaria S.A., 1970.